Muy de seguro has notado también, lo altamente extendida que está en el mundo de los negocios, la creencia de que la innovación es más un producto del impresionante avance tecnológico actual que de cualquier otro factor.
Sin embargo, las más recientes revelaciones de la comunidad científica, apuntan a que la habilidad de producir nuevas ideas, por tanto productos y servicios más innovadores, radica más en el desarrollo del aspecto neurológico que el tecnológico.
La tecnología es importante por demás, innegablemente. Pero es solo tu herramienta, tu utensilio. Un poderoso y valioso instrumento a través del cual, eso si, puedes automatizar el desempeño de un proceso o de un producto.
En efecto, controlar, optimizar, escalar y monetizar una idea innovadora, es la mas firme promesa que la tecnología nos ofrece gracias a la mecanización, estandarización, predictibilidad e infalibilidad que permite obtener.
Piénsalo un momento.
Un reloj puede, igualmente, ser un instrumento de incalculable valor para medir y controlar las horas de nuestro desempeño diario o anual, siempre y cuando nosotros, los usuarios, sepamos qué hacer, cómo capitalizar y en qué momento invertir el inestimable tiempo que nos registra minuto a minuto el artefacto.
Es decir, nuestra mente, y sus habilidades cognitivas, es la que sigue liderando los rumbos hacia la innovación y, por lo menos, será así hasta el siglo XXII, según los estimados de Carl Benedickt, Phd. de Oxford University, momento en el cual se definirá la vigencia de nuestra supremacía sobre la Inteligencia Artificial (IA), la cual estima también, hará desaparecer el 47% de todos los empleos conocidos antes del 2030.
Pero hasta este momento, la verdadera e inagotable fuente de las ideas y de la innovación, radica todavía en la creatividad, imaginación e inspiración humanas. Y estas provienen todas, principalmente, del hemisferio derecho de nuestra aún invencible corteza cerebral.
De ese otro maravilloso artefacto de 1.5 kg y 15 cms. de diámetro, que lleva el ser humano debajo del cráneo y que en su delicada cavidad anida la infinita dimensión de nuestras 100,000 millones de células neuronales y sus portentosas 10 billones de conexiones sinápticas.
Esto representa una capacidad instalada de planta actualmente insuperable para nuestro más cercano competidor… nuestro ordenador.
De otra parte, según los últimos datos que viene produciendo el HUMAN BRAIN PROYECT (HBP), que lidera el Dr. Rafael Yuste (ESP) en EEUU desde 2016, los seres humanos llevamos en la mente que resida dentro nuestro cerebro, aunque parezca increíble, nada más y nada menos que 65,000 pensamientos diarios.
Pero lo más dramático es que el 93% de toda esa tormenta de ideas son las mismas. Al parecer, andamos como maniacos pensando lo mismo una y otra vez, año tras año. Pero mas lo más serio es que el 85% de esa enorme cantidad de pensamientos son todos negativos.
Esto último nos revela que estamos mal invirtiendo el activo más valioso de nuestras compañías, aquel que los sistemas contables de todo mundo aún no saben cómo registrar, el mismo que representa la ventaja competitiva más importante del siglo XXI, nuestro capital neurocerebral e intelectual.
Asimismo, tampoco estamos poniendo en valor el de nuestros colaboradores. No estamos entrenando sus destrezas cognitivas adecuadamente, ni su capacidad para estimular sus neurotransmisores para autogenerarse nuevas conexiones a voluntad, ni trabajando en cómo elevar la neuroplasticidad del personal.
Es por todo ello que nos resulta tan difícil movilizar sencillos cambios en la cultura, desempeño y resultados de nuestras empresas y más todavía establecer o asumir nuevos nuevos desafíos para conquistar más clientes y mercados. Definitivamente, necesitamos una nueva fórmula para el management de nuestras metas e intereses.
Sin embargo, todo lo señalado también evidencia la existencia de una gran oportunidad para nuestros planes estratégicos de plazo inmediato. Una que nos demandará primero encontrar esa fórmula que nos permita realizar un gran MIND-RESET gerencial, a efectos de introducir un nuevo MINDSET general. Ciertamente, necesitamos una que nos permita introducir más ciencia en la gestión.
Ahora mismo, podrías acaso imaginarte alumbrar una nueva idea, ganadora e innovadora, que se abra paso en medio de todo ese abrumador y ruidoso trafico mental de 55,000 pensamientos (el 85%) saboteando diariamente nuestros objetivos. Puede resultar imposible.
Imagino a esta altura, ya estás resolviendo porque tus managers no salen de ese 93% de viejas fórmulas, ideas y creencias que hace años quieres cambiar para darle un nuevo impulso a tus negocios.
De hecho en adelante, antes de exigirle más productividad, rentabilidad o creatividad a todos en tu organización, deberías preguntarte cuáles son las variables que pueden componer esa nueva formulación e invertir en ella para ayudarte a liberar toda la energía contenida en esa pequeña cápsula mental instalada fuertemente en tu empresa y que alguna vez te brindó mucho éxito, pero que hoy te impide reinventar e innovar tu compañía.
Definitivamente, precisas provocar el estallido de un nuevo Big Bang en la mente de todos tus colaboradores y directivos.
A su vez, todo lo comentado puede significar una inmejorable ocasión para reducir esa inmensa e insostenible capacidad de planta ociosa (cerebral) que desnuda la neurociencia: solo tenemos un 7% de ideas nuevas y 15% de positividad mental.
En este punto y en ánimo de contribuir con la propia experiencia a la solución, he de decir que uno de los componentes más efectivos de la ansiada fórmula, tiene que obligadamente ir más allá de lo racional, pues en ese campo la IA nos vencerá fácilmente, y pasar por el sentimiento y las emociones, campo exclusivo de la condición humana.
Es decir, por el despertar y el despliegue de nuestra Inteligencia Emocional (IE) y en ello vamos a requerir fabricar primero toneladas de inspiración para movilizar otros niveles de compromiso y un nuevo sentido de pertenencia que, literalmente, remuevan las montañas que nos separan de nuestras aspiraciones empresariales.
Otra pista, nuestros cerebros aman lo nuevo, la sorpresa y lo inesperado; y por esta razón debemos aprender a emplear velozmente, como lo exige la actualidad, la flamante y original cartografía que están por estrenar los neurobiólogos del HBP.
Finalmente, debo mencionar que para una idea pueda abrirse un lugar en nuestra bulliciosa mente (o la de nuestros colaboradores) precisamos, aunque pueda parecerte demasiado contradictorio, de mucha calma y contemplación…se precisa bastante quietud y un alto nivel de silencio para provocar un momento neurológico WHAT? (de alta sorpresa) de nueva conectividad y alcanzar una dimensión de MINDFULNESS que favorezca el surgimiento de nuevas y creativas estrategias.
De otra forma, la reinvención seguirá siendo solo una ilusión en tu compañía, porque la auténtica e infalible fórmula para encender toda ese potencial biológico de energía e inspiración, solo la encontrarás en una mente ampliamente entrenada para oír la inaudible voz de la intuición y ver las oportunidades invisibles del futuro.
Esas son las inextinguibles fuentes de las ideas y de la innovación.