La gran mayoría de propietarios de negocios que conozco viven muy preocupados, atrapados y ocupados en gastar su preciosa energía, variable que estimó la más valiosa y casi nadie pone en valor entre sus principales activos, en dirigir y controlar personas, procesos, productos, ventas o rentabilidad.
Muy en el fondo presienten que si sus empresas crecieran aún más, terminarán abrumados, trabajando más duro, perdiendo las fuerzas y el escaso tiempo que les queda disponible.
Esto los conduce inadvertida e inconscientemente a tomar la decisión de conservar su ritmo y marcha habitual, casi siempre, hasta el final de sus exitosas carreras, arriesgando en ocasiones su salud, la familia, su seguridad y hasta la propia felicidad. Al renunciar a innovar su estilo de dirección y decidir conservar el control, su más delicioso elixir, paradójica e irracionalmente se condenan a un éxito demasiado costoso, poco rentable y muchas veces insostenible.
Por supuesto, todo esto que podría parecerse a un deporte extremo donde, de una parte se goza mucho al disparar altas dosis de adrenalina y de otra, se expone uno a altas descargas de perjudicial cortisol, no necesariamente tiene que ser un destino ineludible. De hecho, no lo es para otros empresarios que también conozco, mucho más ambiciosos e insaciables todavía, unos que aspiran alcanzar un éxito más disfrutable, admirable y perdurable.
Estas personas han tomado una decisión diferente. Se han propuesto dejar de centralizar todas las operaciones de su compañía para convertirse en poderosos catalizadores que aceleran la toma de decisiones de sus organizaciones. Han resuelto nombrar seconds, entrenarlos, monitorearlos, evaluarlos, asesorarlos para finalmente empoderarlos.
Han decidido…delegar.
Si lo recuerdas bien, el día que decidiste arriesgar e independizarte, no lo hiciste solo para retribuirte mejor o realizarte más, lo decidiste porque deseabas ganar más libertad, más espacio para tus ideas, experiencias y competencias. En última instancia, lo hiciste porque tenías plena certeza de tu capacidad para aprender y crear tu propio negocio, tenías pleno convencimiento de tu proyecto y disciplina, tenías completa confianza en ti mismo.
Genial. ¡Felicitaciones! Ahora te toca aprender a confiar en los demás. O más simple aún, confiar en alguien más.
Confianza es la palabra clave, la secreta fórmula de los ganadores. Pensándolo bien, la delegación no solo es un ejercicio de descentralización. Bien aplicada podría terminar convirtiéndose en toda una experiencia de multiplicación para tus negocios, un renovado génesis o un nuevo Big Bang en la historia de tu empresa. Pero la confianza no es algo que se aprende leyendo un artículo o viendo un vídeo, en una hora de charla o en un full-day de entrenamiento. La confianza es algo que precisa hilos invisibles para tejer una fina e inaudible línea de comunicación entre dos personas y que necesita de sólidos ladrillos intangibles para construir una relación de largo plazo, para que te acompañe, como el entrañable Buzz Lightyear: hasta el infinito y más allá…
«Inspira a tus ejecutivos a dejar una huella perdurable en la historia de tu compañía, asegurando tu propia trascendencia».
Imagina por un instante todo el tiempo que podrías ganar y disponer dejando atrás todos aquellos urgentes e indelegables asuntos, confiándole todas esas citas y personas importantes a tus delegados o más aún, toda la energía que podrías reunir y ahorrar para por fin dedicarte a tu verdadero trabajo:
visionar el futuro, inventar soluciones, crear más valor, diseñar nuevas estrategias, descubrir otros clientes y mercados, producir productos y servicios más innovadores, forjar nuevas alianzas, fortalecer tu posición, buscar nuevos socios e inversionistas … y fabricar líderes más talentosos que tú, en quienes confiar la operación mientras tu diriges con solvencia, energía y tiempo, el éxito de tu organización.
Finalmente, es momento de empezar a preguntarte cuánto más tiempo y energía estás dispuesto a seguir quemando, perdiendo personas valiosas y confiables por continuar operando en tu zona de control y confort. Puedes empezar hoy mismo pre-seleccionando candidatos potenciales o integrando uno externo si no lo tienes en base, luego diseñando un plan de training, programando intervalos de evaluación y otro subsecuente de realimentación, para al fin seleccionar a uno, delegarlo y empoderarlo, promocionarlo y, por supuesto, asesórarlo personal e indelegablemente hasta su consolidación como el nuevo alpha de tu equipo.
Como muy de seguro no necesariamente puede ser tu fortaleza la auto-consulta, (cada uno en su negocio) para determinar qué competencias necesita para tomarte la posta en la dirección, cómo remunerarlo y fidelizarlo, qué exactamente delegarle en forma progresiva y planificada o cómo fusionarlo con la naturaleza y cultura de tu negocio, puedes contar con los 22 años qué en DIRECCIÓN ESTRATÉGICA hemos reunido acompañando los procesos de delegación y sucesión de nuestros distinguidos clientes.
Por último, también debes considerar entrenarte en cómo incentivarle e inspirarle a dejar una huella perdurable en la historia de tu compañía e, igualmente, asegurar tu propia trascendencia, la de tu nombre y marca, para terminar aprendiendo lo que hace milenios enseñaba un viejo sabio a sus discípulos: “…nunca morirás si aprendes a vivir en otros”.
Si deseas conocer la fórmula para delegar con confianza, te invito reservar una SESION ESTRATEGICA (60′) conmigo para evaluar su introducción en la cultura de tu compañía y elevar el sentido de pertenencia de todos en tu organización.
Carlos A. Navarrete